martes, 19 de marzo de 2013
Juan Pablo II - Papa - Jornada de la Juventud
Vosotros sabéis bien, desde lo profundo de vuestros corazones, que son
efímeras y sólo dejan vacío en el alma las satisfacciones que ofrece un
hedonismo superficial; que es ilusorio encerrarse en la caparazón del propio
egoísmo; que toda indiferencia y escepticismo contradicen las nobles ansias
de amor sin fronteras; que las tentaciones de la violencia y de las ideologías
que niegan a Dios llevan sólo a callejones sin salida.
Puesto que el hombre no puede vivir ni ser comprendido sin amor,
quiero invitaros a todos a crecer en humanidad, a poner como prioridad
absoluta los valores del espíritu, a transformaros en “hombres nuevos”,
reconociendo y aceptando cada vez más la presencia de Dios en vuestras vidas,
la presencia de un Dios que es Amor; un Padre que nos ama a cada uno desde
toda la eternidad, que nos ha creado por amor y que tanto nos ha amado hasta
entregar a su Hijo Unigénito para perdonar nuestros pecados, para
reconciliarnos con El, para vivir con El una comunión de amor que no terminará
jamás. La Jornada Mundial de la
Juventud tiene, pues, que disponernos a todos a acoger ese don del amor de
Dios, que nos configura y que nos salva. El mundo espera con ansia
nuestro testimonio de amor. Un testimonio nacido de una profunda convicción
personal y de un sincero acto de amor y de fe en Cristo Resucitado. Esto
significa conocer el amor y crecer en él.
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